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Si San Juan supiera…

Carla Lugo baila la sarandunga con una gracia sin igual. Sus movimientos, seguros y ágiles, indican que se está frente a toda una experta en la materia, aunque sólo tenga nueve años y curse el quinto grado. Al moverse en círculos con la falda agarrada por ambos lados al toque de una “capitana”, emula los movimientos que le enseñó su abuela, quien, a su vez, los aprendió de sus padres. Ver más

 

¡Ay, mi sarandunga!

Asia de la Regla no teme cantar un morano ante una completa desconocida. Con una pureza interior que se refleja en cada palabra que dice, es de notar que sus ojos han visto muchas sarandungas. 

Mejor conocida en La Vereda como “Morocota”, con paso cansado se dirige cada año a la fiesta del tercer sábado de julio, porque “oh vale”, hasta que muera seguirá la sarandunga e incluso después de muerta, “oh vale”, sus compañeros cofrados le tocaran tres sarandungas para que su alma descanse en paz. Ver más

 

Mis queridos “cocolos”

“Los cocolos son aquellos negros que vinieron de sus islas tropicales con banderas de hermandades, con trajes oscuros, de luto y domingueros, respeto, mutualismo y sociedades.

Los cocolos son aquellos negros que vinieron de sus islas tropicales con espejos, flautas y tambores, alegrando las calles soñolientas, en cadencia de trémulos sudores, en torbellinos de huracanes”.

Luego de leer estos versos de Antonio Frías Gálvez, el viejo Macorís del Mar se pregunta: ¿Dónde están sus cocolos?  Ver más

 

Los guloyas no pueden más

El cañaveral se veía en todo su esplendor desde los hombros de los tíos cocolos. Con tan solo siete años, Jesús Castro no podía hacer todo el viaje de cinco días a pie, necesitaba que lo cargaran en algunos momentos, pero cuando estaba ahí arriba, disfrutaba de la imagen que le proporcionaban cientos de cañas alineadas una al lado de la otra. Ver más

 

Gracias a las manos africanas

Es el 1550 en la isla de Santo Domingo y en la cocina de los amos la esclava prepara la comida del mediodía. Toma la cebolla, la pica en finas rodajas (con una técnica que impresionaría al mejor chef de la actualidad) la echa en la olla y la pone a sofreír. En un recipiente prepara el escabeche y por último echa los ‘guandules’. Al hacerlo la nostalgia la invade, recuerda cuando era libre y alimentaba a sus hijos con este grano, pero el olor de la cebolla frita la trae a la realidad y con rapidez echa todo a la ‘paila’ que tapa para que coja sazón. Ver más

 

La ermita de Los Mina

Me conocen como la ermita de San Lorenzo y vivo como testigo mudo de la historia en el barrio Los Mina Viejo, en la calle Horacio Ortiz. He visto cómo mi entorno pasó de ser un barrio de negros óque en tiempos de la colonia huyeron en busca de libertad desde Haití a la parte española de Santo Domingo a una comunidad echada al olvido por las autoridades. Ver más

 

El verso maldito le canta a lo no convencional

Pastor de Moya toma lo cotidiano y le da vueltas a su antojo. Una y otra vez demuestra que para hacer poesía no se necesitan muchos artificios y palabras rebuscadas. Con su texto atestigua que para crear arte lo único que se precisa en estos tiempos es saber escribir sin ataduras y estar dispuesto a que te digan “loco”. Ver más

 

Grandes sin buscar el éxito

Dos poetas caminan juntos. Jóvenes, con talento y una prosa envidiable en sus textos dan testimonio de que la realidad puede ser reflejada tal cual en la poesía. Frank Baéz y Homero Pumarol afirman que no tienen afán de éxito, es más, el solo pensarlo les causa risa. Con la banda de Spoken word (Palabra hablada) llamada “El Hombrecito” han hecho que el arte de la narrativa atraiga, poco a poco, al público de un país en el que la literatura y los niveles de educación son bajos. Ver más

 

 

Las mujeres también tienen su espacio

Se supone que una página “rosa” trataría temas “lights”, quién sabe si una que otra bobada, pero en este caso no es así. Dos voces del llamado “sexo débil” expresan sus opiniones sobre la narrativa joven dominicana. Una desde México, Ariadna Vásquez y otra, Daniela Cruz, desde la ciudad corazón, Santiago. Ver más

 

 

Escritores jóvenes: más que un texto                   

Jóvenes escritores con una carrera promisoria por delante. Ninguno teme expresar en papel su percepción de la vida y ambos con escritos que se presentan como una muestra firme de que en este pedacito de isla, llamado República Dominicana, hay talento. Ver más

Una mujer como pocas

Mujer con agallas, esta “rosa” no teme enfrentarse ante titanes imaginarios. Con su trabajo ha demostrado que con constancia y atrevimiento se puede llegar haci donde sea que la mente decida llevar a un escritor con muchos sueños. 

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